sábado, 2 de abril de 2011

REGALO DOMINICAL

Historia de una lectura para niños que acabó en tragedia

En cierto día de festejos
alguien pensó que sería buena
una lectura de versitos
para los niños de una escuela.
Y se invitó a poetas serios
y poetisas muy risueñas:
eran poetas para nenes
y poetisas para nenas.
Y les juntaron muchos niños
para que oyeran sus poemas.
Poemas sobre animalitos
y florecitas mañaneras,
sobre el respeto a los mayores,
sobre lo buena que es la escuela,
y muchas cosas de ese tipo,
unas valiosas y otras tiernas,
para que los queridos niños
se enternecieran y aprendieran.
Y todo era chiquitito,
como los niños, en los poemas.
Y en vez de niños decían "pillos",
y hasta "pilluelos" y "pilluelas",
y les decían "pequeñines",
"duendes traviesos y traviesas."
Pero las cosas increíbles
ocurren cuando no se esperan.
Todos los niños bostezaron
con una sola boca inmensa,
y abrieron más y más la boca,
y se tragaron a los poetas,
a los poetas para nenes
y a las poetisas para nenas.
La gente nunca volvió a verlos,
ni en esa ni en ninguna escuela.
(Y se preguntan, preocupados,
si habrá escapado algún poema.)
Y con el tiempo aparecieron
muchas historias y leyendas.
Dicen que los poetas siguen
dentro de aquella boca negra,
mirando al cielo de la boca
por si se ve caer una estrella,
y viendo que una campanilla
voltea sobre sus cabezas.
(Así ocurrió, por un bostezo,
el cuento aquel de la ballena
que se tragó al pobre Jonás,
aunque Jonás no era poeta.)

 Gracias Bruáa y gracias  Gustavo Aimar... 

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